domingo, 29 de enero de 2017

Amicitia.

Amicitia:


«La amistad es lo más necesario para la vida»
(Aristóteles, Ética Nicomaquea, Lib.VIII, cap. 1; 1155a 3)



San Agustín en La ciudad de Dios analiza las dos pulsiones naturales de los seres humanos, el egoísmo y el altruismo, la primera es la raiz de las aversiones y la segunda de las simpatías. En esta obra se ve como estas dos bases son la fuente de los males de la historia y la segunda la raiz de lo bello y grandioso. Aquí se encuentra el fundamento de la amistad y del odio, de la grandeza del ser humano.

Sócrates, Platón, Aristóteles y el mismo Cicerón tratan el tema de la amistad desde sus respectivas miradas.

En este escrito resumo mis consideraciones sobre el tema:

Usualmente se encuentra tres especies de amistad: la carnal (carnalis), la mundanal (mundialis) y la espiritual (spiritualis).   La amistad carnal viene a ser un consentimiento en cosas viciosas, su fin es la común fruición de un placer. Es una amistad que «con la misma facilidad con que surge también se termina» (eadem levitate resolvitur, qua contrahitur).

La amistad mundanal está orientada hacia la común utilidad de los que entre sí son amigos. Surge por el deseo de los bienes materiales, y «siempre está rodeada de fraude y engaño» (semper est plena fraudis atque fallaciae). Es sumamente frágil también.

La amistad espiritual es la única que merece el nombre de amistad, pues «sólo ella procede de la dignidad misma de la naturaleza humana y de las más íntimas apetencias del corazón del hombre» (humani pectoris sensu desideratur).

Su fruto y recompensa están en ella misma, nace entre los hombres de bien, semejantes en sus aficiones, y es la que se ajusta a las cuatro virtudes cardinales: «la prudencia dirige esta amistad, la justicia la gobierna, la fortaleza la custodia, y la templanza la mantiene en los justos límites» (Hanc nempe amicitiam prudentia dirigit, iustitia regit, fortitudo custodit, temperantia moderatur).

La amistad se funda en la propia naturaleza humana, que está dotada de una tendencia natural al afecto. Por otra parte es robustecida por la experiencia, la praxis, y queda al fin ordenada por la ley.

El amigo es un confidente fiel, y nos ayuda en toda clase de infortunio: en la pobreza, en la enfermedad, incluso en la muerte.

Hablar con un amigo con toda confianza, da seguridad en el vida, produce una satisfacción inmensa. Es la mejor medicina para todos los males (Non enim validior vel efficacior est vulneribus nostris medicina).

La amistad no puede justificar jamás la inmoralidad, la transgresión del deber. El mal, cualquiera que sea su figura, no puede nunca ser legitimado por la amistad.

Normas a tener en cuenta para el cultivo de la amistad. Giran en torno a cuatro aspectos: la elección de amigos, la admisión de la relación amistosa, la comprobación de la amistad, y su ejercicio efectivo. En cuanto a la elección de los amigos y la admisión de la relación amistosa establece que deben elegirse los que tienen costumbres semejantes, y concuerdan con nuestro modo de ser, pues entre quienes tienen caracteres totalmente distintos no cabe la amistad. Entre los defectos incompatibles con la relación amistosa destaca la cólera exacerbada (iracundiae furor).

Para que la amistad sea firme, duradera, nunca debemos de precipitarnos en concederla, porque nos exponemos a establecerla en falso. Solamente son dignos de amistad quienes dan pruebas de merecerla (Digni sunt amicitia, quibus inest causa cur diligantur).

Si por alguna razón ha de disolverse la amistad, entonces nos aconseja Cicerón que procuremos descoser, no desgarrar. Es decir, no romper violentamente, sino más bien hacerlo con suavidad, abandonando poco a poco a quien no es digno de la amistad (Et si imposible est, non statim rumpenda est amicitia, sed dissuenda).

Cuando rompemos con un amigo, siempre queda algo de amor (si talis fuerit ut amicitia retrahatur, nunquam tamen subtrahatur dilectio).

Entre las causas que pueden dar lugar a la ruptura de la amistad, señala: el insulto, el ultraje, la soberbia, la revelación de los secretos, la traición y el daño causado a un amigo común.

Se apunta cuatro datos a tener en cuenta para comprobar la amistad: la fidelidad, la intención, la discreción, y la paciencia (Quatuor probanda sunt in amico: fides, intentio, discretio, patientia).

Nada hay más sublime en la amistad que la fidelidad, es la que la alimenta y la guarda. Debe darse tanto en la adversidad, como en la prosperidad, pero sobre todo, se prueban los auténticos amigos en las situaciones adversas (Ipsa tamen fides in prosperis latet, sed eminet in adversis).

En cuanto a la intención, será aceptable cuando el amigo dé muestras de no perseguir ventajas materiales, por esa razón nos dice que la relación amistosa es en principio de más garantía entre los pobres que entre los ricos. En este contexto cita a San Jerónimo, según el cual la amistad no es un comercio, sino plenamente graciosa y hermosa (non debet esse mercenaria, sed gratuita).

La discreción, o el buen juicio es otro termómetro certero para comprobar una amistad autentica. En efecto, si al que eliges como amigo no es prudente y discreto no tendrás más que problemas con él. El que carece de discreción es como una nave a la deriva sin piloto y sin rumbo (si quis sine discretione fuerit, sicut na- vis, absque gubernaculo pro impetu suo instabili motu semper feretur).

La paciencia, por último, es sumamente necesaria, por ello se ha de comprobar en el posible amigo, pues sin ella no perdura la amistad. Aquel que ante el más mínimo inconveniente no sabe soportarlo y disculpar, no es digno de una amistad estable. La auténtica medida del amigo ha de ser la benevolencia. Una vez comprobadas estas cuatro cualidades, no dudemos en la entrega generosa de la amistad (se totum det et committat amico), en ella la relación amistosa se hace auténtica y gustosa intimidad.

Se establece que la lealtad, la sencillez y la comunicación sincera harán firme y agradable la amistad. Entre los obstáculos a evitar, señala, ante todo, la sospecha (el ser suspicaz), que la considera mortal de necesidad para la amistad (Prae omnibus cavenda est suspicio, quae est amicitiae venenum).

Se habla de la igualdad, absolutamente esencial para la relación de amigos. Si alguien es superior a su amigo en algún orden (talento, fortuna, poder) tanto más se esforzará en ponerse al nivel del inferior, para merecer sin reservas su confianza. En efecto, «no puede haber una correcta amistad, donde no se cultiva la igualdad» (non enim amicitia recte colitur, a quibus aequalitas non servatur).

En una palabra, la amistad o surge entre iguales, o acaba haciendo iguales. Por último, con energía rechaza la adulación como la peor peste para la amistad. Es decir, cuando haya que corregir al amigo se ha de hacer con sinceridad y verdad (non adulatorie, non simulatorie, sed vere).

Cicerón, M. T., De amicitia, Madrid, Gredos, reimp., 1996. (Edición bilingüe. Trad. castellana de Valentín García Yebra),
Aristóteles, Ética Eudemia, 1234b 30-1235a 2 (Utilizo la traducción castellana, Ética Nicomaquea. Ética Eudemia, Madrid, Gredos, 1. ª reimp., 1988,
Platón, Lisis, 211d-212a. (Traducción: en Platón, Diálogos, Madrid, Gredos, vol. I, 2.ª reimp., 1985, p. 293).
San Agustín. Ciudad de Dios. Madrid: Editorial Gredos.
— (2007). Volumen I: Libros I-VIII.
— (2012). Volumen II: Libros VIII-XV.

Bertrand Russell


Conmemorando la fecha en que paso a ocupar su columna en el oriente eterno.

Bertrand Russell



Bertrand Arthur William Russell (18 de mayo, 1872 - 2 de febrero, 1970), Tercer Conde de Russell, Orden del Mérito OM, Fellow de la Royal Society FRS, Premio Nobel de Literatura 1950. Bertrand Russell fue uno de los más distinguidos filósofos y matemáticos del siglo XX. Escribió sobre una amplia gama de temas, desde los fundamentos de las matemáticas y la teoría de la relatividad al matrimonio, los derechos de las mujeres y el pacifismo. La vida de Russell fue apasionada, intensa y larga y se fraguó un nombre tanto en los círculos de especialistas como entre las multitudes que o lo seguían con fervor o lo odiaban con intensidad.

En matemáticas su gran contribución es la indudablemente importante Principia Mathematica con Alfred North Whitehead, libro en tres volúmenes en donde a partir de ciertas nociones básicas de la lógica y la teoría de conjuntos se deduce la totalidad de las matemáticas. Mostrando así el poder de los lenguajes formales, la posibilidad de modelar las matemáticas y la fertilidad de la lógica. Un libro profundamente influyente e importante que contribuyó al desarrollo de la lógica, la teoría de conjuntos, la inteligencia artificial y la computación así como la formación de pensadores de la talla de David Hilbert, Ludwig Wittgenstein, Alan Turing, Willard Van Orman Quine y Kurt Gödel.

The Principia Mathematica (often abbreviated PM) is a three-volume work on the foundations of mathematics written by Alfred North Whitehead and Bertrand Russell and published in 1910, 1912, and 1913. In 1925–27, it appeared in a second edition with an important Introduction to the Second Edition, an Appendix A that replaced ✸9 and all-new Appendix B and Appendix C.

PM was an attempt to describe a set of axioms and inference rules in symbolic logic from which all mathematical truths could in principle be proven. As such, this ambitious project is of great importance in the history of mathematics and philosophy, being one of the foremost products of the belief that such an undertaking may be achievable. However, in 1931, Gödel's incompleteness theorem proved definitively that PM, and in fact any other attempt, could never achieve this lofty goal; that is, for any set of axioms and inference rules proposed to encapsulate mathematics, either the system must be inconsistent, or there must in fact be some truths of mathematics which could not be deduced from them.

One of the main inspirations and motivations for PM was the earlier work of Gottlob Frege on logic, which Russell discovered allowed for the construction of paradoxical sets. PM sought to avoid this problem by ruling out the unrestricted creation of arbitrary sets. This was achieved by replacing the notion of a general set with the notion of a hierarchy of sets of different 'types', a set of a certain type only allowed to contain sets of strictly lower types. Contemporary mathematics, however, avoids paradoxes such as Russell's in less unwieldy ways, such as the system of Zermelo–Fraenkel set theory.

PM is not to be confused with Russell's 1903 The Principles of Mathematics. PM states: "The present work was originally intended by us to be comprised in a second volume of Principles of Mathematics... But as we advanced, it became increasingly evident that the subject is a very much larger one than we had supposed; moreover on many fundamental questions which had been left obscure and doubtful in the former work, we have now arrived at what we believe to be satisfactory solutions."


PM has long been known for its typographical complexity. Famously, several hundred pages of PM precede the proof of the validity of the proposition 1+1=2. The Modern Library placed it 23rd in a list of the top 100 English-language nonfiction books of the twentieth century.


En filosofía contribuyó prácticamente en todas las áreas, desde la misma metodología abogando siempre por el análisis y alertando a los filósofos de las trampas del lenguaje, sentando así el método y las motivaciones de la Filosofía Analítica. Sus contribuciones de contenido incluyen su innegable artículo maestro Sobre el Denotar y una serie de libros y artículos en problemas desde la filosofía de las matemáticas, la metafísica, la epistemología, la inferencia científica y la ética a una serie de enfoques interesantes y fértiles al problema mente-cuerpo, enfoques discutidos hoy en día por variedad de filósofos importantes como David Chalmers, Michael Lockwood, Thomas Nagel, Grover Maxwell, etc.

Russell fue un conocido pacifista durante la Primera Guerra Mundial, aunque se manifestó a favor de tomar acciones bélicas durante la Segunda Guerra Mundial, alegando que un mundo en donde el fascismo fuera la ideología reinante sería un mundo en donde lo mejor de la civilización habría muerto y no valdría la pena vivir. Estuvo en prisión dos veces, la primera conectada con sus actividades pacifistas durante la gran guerra y la segunda por participar en una manifestación contra la proliferación de armas nucleares. Contrajo matrimonio cuatro veces. La última vez, con Edith Finch, pudo alcanzar la paz y entendimiento que siempre buscó. Tuvo tres hijos, John, Kate y Conrad. Conrad se convirtió en un importante político del Partido Liberal Demócrata en Inglaterra y en un historiador erudito, murió recientemente quinto conde de Russell.

Russell fue también además de activista y pensador de primera línea un soberbio polemicista que se convirtió en el ícono del racionalismo para toda una generación. Polemizó sobre el control de natalidad, los derechos de las mujeres, la inmoralidad de las armas nucleares, y sobre las deficiencias en los argumentos y razones esgrimidos a favor de la existencia de Dios. Siempre en sus escritos hizo gala no sólo de un magnífico estilo literario sino también de un excelente sentido del humor y una habilidad para sorprender y provocar con la ironía, el sarcasmo y la metáfora. Sin duda alguna Lord Russell fue uno de los pensadores más interesantes, profundos, mordaces y activos del siglo XX y dejó un enorme legado de escritos de los cuales podemos extraer importantes lecciones.

En 1962, a los 90 años, medió en el conflicto de los misiles de Cuba para evitar que se desatara un ataque militar, escribiendo cartas tanto a Kruschev como al presidente Kennedy y siendo intermediario en sus respuestas mutuas. Organizó con Albert Einstein un manifiesto que dio vida a las Conferencias de Pugwash, ante la amenaza de una guerra nuclear y pasó los últimos quince años de su vida haciendo campaña en contra de la fabricación de armas nucleares. En esto seguía el consejo que había dado a un entrevistador, diciéndole que el deber del filósofo en esos tiempos era evitar a toda costa un nuevo holocausto, la destrucción de la humanidad.

Alejandro Tomasini Bassols, investigador del Instituto de Investigaciones Filosóficas de la UNAM nos dice de él:
 "El filósofo en cuestión es el hombre con el que, de hecho, se inicia el desarrollo moderno de la lógica, esto es, de la ciencia tradicionalmente vista como el prototipo de lo 'a priori' y considerada por muchos (como por ejemplo Kant) como acabada en la forma que hace 2.000 años le dio Aristóteles, un pensador que revolucionó la metafísica y la teoría del conocimiento, un conocedor profundo de la ciencia de su tiempo y él mismo un matemático, un moralista importante y un gran humanista ... De ahí que ocuparse de su pensamiento constituya una experiencia filosófica de valor incalculable."


Obras filosóficas de Bertrand Russell

Filosofía analítica

Russell es reconocido como uno de los fundadores de la filosofía analítica, de hecho, inició diversas vías de investigación. A principios del siglo XX, junto con G. E. Moore, Russell fue responsable en gran medida de la "rebelión británica contra el idealismo", una filosofía influenciada en gran medida por Georg Hegel y su discípulo británico, F. H. Bradley. Esta rebelión tuvo repercusión 30 años después en Viena por la "rebelión en contra de la metafísica" del/de los positivistas lógicos. Russell estaba especialmente horrorizado/disgustado por la doctrina idealista de las relaciones internas, las cuales mantienen que para conocer sobre una cosa en concreto, debemos conocer todas sus relaciones. Russell mostró que tal postura haría del espacio, del tiempo, de la ciencia, y del concepto de número algo sin sentido. Russell junto con Whitehead continuó trabajando en ese campo de la lógica.

Russell y Moore se esforzaron para eliminar las suposiciones de la filosofía que vieron absurdas e incoherentes, para llegar a ver claridad y precisión en la argumentación por el uso exacto del lenguaje y por la división de las proposiciones filosóficas en componentes más simples. Russell, en particular, vio la lógica y la ciencia como la principal herramienta del filósofo. Por tanto, a diferencia de la mayoría de los filósofos que le precedieron a él y a sus contemporáneos, Russell no creía que hubiese un método específico para la filosofía. Él creía que la principal tarea del filósofo era clarificar las proposiciones más genéricas sobre el mundo y eliminar la confusión. En particular, quería acabar con los excesos de la metafísica. Russell adoptó los métodos de Guillermo de Ockham sobre el principio de evitar la multiplicidad de entidades para un mismo uso, la navaja de Ockham, como parte central del método de análisis.

La epistemología de Russell atravesó muchas fases. Una vez que hubo desechado el neo-Hegelismo en su juventud, Russell se consolidó como un realista filosófico durante el resto de su vida, creyendo que nuestras experiencias directas tienen el papel primordial en la adquisición de conocimiento.

Aunque algunos de sus puntos de vista han perdido empuje, su influencia se mantiene sólida en la distinción entre las dos maneras en que nos familiarizamos con los objetos: “conocimiento por familiaridad” y “conocimiento por descripción”. Durante un tiempo, Russell pensó que sólo podíamos conocer mediante "datos sensoriales" -percepciones momentáneas de colores, sonidos, y similares - y que todo lo demás, incluyendo los objetos físicos que esas percepciones sensoriales representan, sólo pueden ser inferidos o razonados, i.e. conocidos por descripción y no directamente.

Esta diferenciación ha llegado a ser de mucho más amplio uso, aunque Russell posteriormente rechazó la idea de una percepción sensorial intermedia.

En su última etapa filosófica, Russell adoptó un tipo de "monismo neutral", sosteniendo que la diferenciación entre el mundo material y el mental era, en su análisis final, arbitraria, y que ambos pueden reducirse a una esfera neutral, un punto de vista similar al sostenido por el filósofo americano William James y que fue formulado por primera vez por Baruch Spinoza, muy admirado por Russell. Sin embargo, en lugar de la “experiencia pura” de James, Russell caracterizó la esencia de nuestros estados iniciales de percepción como “eventos”, una postura curiosamente parecida a la filosofía de procesos de su antiguo profesor Alfred North Whitehead.

Ética

A pesar de que Russell escribió sobre numerosos temas éticos, no creía que la materia perteneciese a la filosofía, ni que lo que escribiese en virtud de filósofo. En su etapa temprana, Russell estaba influenciado en gran medida por el “Principia Ethica” de G.E. Moore. Junto con Moore, creía que los hechos morales eran objetivos, pero sólo conocidos a través de la intuición, y que eran simples propiedades de los objetos, no equivalentes (p.e. el placer es bueno) a los objetos naturales a los que habitualmente se les asocia (ver falacia naturalista), y que esas sencillas propiedades moranes indefinibles no podían ser analizadas usando las propiedades no morales a las cuales se asociaban. Con el tiempo, sin embargo, acabó estando con su héroe filosófico, David Hume, quien creía que los términos éticos manejados con valores subjetivos no podían ser verificados de la misma manera que los hechos tangibles.

Junto con otras doctrinas de Russell, esto influenció a los positivistas lógicos, quienes formularon la teoría del emotivismo, que sostienen que las proposiciones éticas (junto con las pertenecientes a la metafísica) eran esencialmente sinsentidos, o como mucho, algo más que expresiones de actitudes y preferencias. A pesar de su influencia en ellos, Russell no interpretó las proposiciones éticas tan estrechamente como los positivistas, para él las consideraciones éticas no eran sólo significativas, sino que eran objeto de importancia vital para el discurso civil. De hecho, Russell fue a menudo caracterizado como el abanderado de la racionalidad, él estaba de acuerdo con Hume, quien dijo que la razón debía estar subordinada a consideraciones éticas.

Russell escribió algunos libros acerca de temas de ética práctica, como por ejemplo, sobre el matrimonio. Sus opiniones en este campo son liberales, argumentando que las relaciones sexuales fuera de los matrimonios son aceptables. En su libro, “Human Society in Ethics and Politics” (1954), defiende que deberíamos ver a los asuntos morales desde el punto de vista de los deseos de los individuos. Los individuos pueden hacer lo que deseen, siempre que tales deseos no entren en conflicto con otros. Los deseos no son malos por sí mismos, pero en ocasiones, sus consecuencias, potenciales o no, lo pueden ser. Russell también escribió acerca de la importancia del castigo como instrumento, aunque no debería aplicarse sin justificación.


Selección bibliográfica de libros de Bertrand Russell.

•    "Un Ensayo Sobre los Fundamentos de la Geometría" (1897)
•    "Exposición Crítica de la Filosofía de Leibniz" (1900)
•    "Los Principios de Las Matemáticas" (1903)
•    Principia Mathematica (1910, 1912, 1913)
•    "Ensayos Filosóficos" (1910)
•    "Problemas de la Filosofía" (1911)
•    "Nuestro Conocimiento del Mundo Exterior" (1914)
•    "Principios de Reconstrucción Social"* (1916)
•    "Ideales Políticos" (1917)
•    "Los Caminos de la Libertad" (1918)
•    "Misticismo y Lógica" (1918)
•    "La Filosofía del Atomismo Lógico" (1918)
•    "Introducción a la Filosofía Matemática" (1918)
•    "Teoría y Práctica del Bolchevismo" (1920)
•    "Análisis de la Mente" (1921)
•    "El Problema de China" (1922)
•    "El ABC de los Átomos" (1923)
•    "Ícaro o el Futuro de la Ciencia" (1924)
•    "Como ser Libre y Feliz" (1924)
•    "Lo que yo creo" (1925)
•    "El ABC de la Relatividad" (1925)
•    "Sobre la Educación, Especialmente en la Infancia Temprana" (1926)
•    "Análisis de la Materia" (1927)
•    "Fundamentos de Filosofía" (1927)
•    "Por Qué No Soy Cristiano" (1927)
•    "Ensayos Escépticos" (1928)
•    "Matrimonio y Moral" (1929)
•    "La Conquista de la Felicidad" (1930)
•    "La Perspectiva Científica" (1931)
•    "Educación y el Orden Social" (1932)
•    "Libertad y Organización 1814 - 1914" (1934)
•    "Elogio de la Ociosidad" (1935)
•    "Religión y Ciencia" (1935)
•    "¿Qué Camino Hacía la Paz?" (1936)
•    "Los Documentos Amberley" (1937)
•    "Poder: Un Nuevo Análisis Social" (1938)
•    "Investigación sobre el Significado y la Verdad" (1940)
•    "Cómo Convertirse en Filósofo" (1942)
•    "Cómo Leer y Entender la Historia" (1943)
•    "El Valor del Libre Pensamiento" (1944)
•    "Historia de la Filosofía Occidental" (1945)
•    "El Conocimiento Humano. Su Alcance y sus Límites" (1948)
•    "Autoridad e Invididuo" (1949)
•    "Ensayos Impopulares" (1950)
•    "El Impacto de la Ciencia en la Sociedad" (1951)
•    "Nuevas Esperanzas para un Mundo Cambiante" (1951)
•    "Satán en los Suburbios" (1953)
•    "Pesadillas de Personas Eminentes" (1954)
•    "Sociedad Humana, Ética y Política" (1954)
•    "Retratos de Memoria y Otros Ensayos" (1956)
•    "Lógica y Conocimiento" (1956)
•    "Sentido Común y Guerra Nuclear" (1959)
•    "La Evolución de mi Pensamiento Filosófico" (1959)
•    "Los Escritos Básicos de Bertrand Russell" (1961)
•    "Hecho y Ficción" (1961)
•    "¿Tiene el Hombre un Futuro?" (1961)
•    "Victoria Pacífica" (1963)
•    "Crimenes de Guerra en Vietnam" (1967)
•    "Autobiografía" (1967)

Bibliografía secundaria

•    Garciadiego Dantan, Alejandro R., "Bertrand Russell y el origen de las paradojas de la teoría de conjuntos". Mathesis (4) 1, 113-130, feb, 1988.
•    Grattan-Guiness, Ivor. "The Search For Mathematical Roots 1870 - 1940". Princeton University Press. USA. 2000.
•    Griffin, Nicholas. "The Cambridge Companion to Bertrand Russell". Cambridge University Press. USA. 2003.
•    Hurtado, Guillermo. "Proposiciones Russellianas". Instituto de Investigaciones Filosóficas UNAM. México. 1998.
•    Rodriguez, Consuegra Francisco. "La Interpretación russelliana de Leibniz y el atomismo metodológico de Moore". Diánoia, 36 (36): 121-156, 1990.
•    Rodriguez, Consuegra Francisco. "El logicismo russelliano: su significado filosófico". Crítica, 23 (67). 15-34, abr; 1991.
•    Tomasini, Alejandro. "Los Atomismos Lógicos de Russell y Wittgenstein". Instituto de Investigaciones Filosóficas UNAM. México. 1994.
•    Tomasini, Alejandro. "Una Introducción al Pensamiento de Bertrand Russell". Universidad Autónoma de Zacatecas. México. 1992.

Fuentes disponibles en Internet

•    On Denoting (Sobre el Denotar) [1]
•    The Elements of Ethics (Los Elementos de la Ética) [2]
•    The Principles of Mathematics (Los Principios de las Matemáticas) [3]
•    Varios Artículos En Inglés, Incluyendo "On Vagueness" [4]
•    The Problems of Philosophy (Los Problemas de la Filosofía)[5]
•    Proposed Roads to Freedom (Los Caminos de la Libertad)[6]
•    The Analysis of Mind (El Análisis de la Mente)[7]
•    The Bertrand Russell Research Centre (Centro de Estudios de Bertrand Russell)[8]
•    The Bertrand Russell Archives (Los Archivos de Bertrand Russell)[9]
•    Stanford Encyclopedia of Philosophy SEP, Bertrand Russell[10]
•    SEP Russell's Paradox (Paradoja de Russell) [11]
•    SEP Principia Mathematica [12]
•    SEP Russell's Logical Atomism (El Atomismo Lógico de Russell[13]
•    Reseñas de Libros de y sobre Russell por Moisés Macías[14]
•    Biografía y Paradoja de Russell [15]
•    Reseña sobre La conquista de la felicidad (en español)

martes, 3 de enero de 2017

Filosofía Medieval

La Filosofía Medieval
A.    Padres de la Iglesia.



Nombre dado por la Iglesia católica a los autores que establecieron la doctrina cristiana antes del siglo VIII. Los escritos de los Padres, o literatura Patrística, sintetizaron la doctrina cristiana tal y como se encuentra en la Biblia, especialmente en el Evangelio, los escritos de los Padres Apostólicos, las máximas eclesiásticas y las decisiones de los concilios de la Iglesia. Facilitaron un conjunto doctrinal articulado de la enseñanza cristiana para su transmisión por todos los rincones del Imperio romano.

Hay que tomar en cuenta que al principio la Iglesia no quería saber nada de la filosofía, ya que estaban bajo la impresión de la nueva vivencia de su fe. Gracias a San Agustín, se puso un sí positivo a la filosofía. Nosotros queremos dice San Agustín, hablar no solo con la autoridad de las sagradas escrituras, sino también basados en la universal razón humana (Ratio: relación entre dos cantidades). Si los filósofos han dicho algo que exacto ¿por qué no lo hemos de aceptar?, al fin de cuentas puede incluso servir para razonar la fe y para comprenderla mejor.

En el siglo IV, la Patrística alcanza su plena madurez. Es el momento en que los herejías han alcanzado su mayor agudeza y el gran movimiento maniqueo, que se extiende de oriente a occidente, amenazan a la Iglesia. Por otra parte el pensamiento cristiano ha adquirido profundidad y claridad, y al mismo tiempo vigencia social en el Imperio Romano. El mundo antiguo esta en su última etapa.

Los bárbaros están llamando desde hace tiempo a todas las puestas del Imperio; a lo largo de sus fronteras se hace sentir la presencia de los pueblos germánicos, que se van infiltrando lentamente, antes de realizar la gran irrupción del siglo V. Y sobre todo el paganismo ha dejado de existir; la cultura romana se agota en el comentario y sigue nutriéndose, al cabo de los siglos de una filosofía la griega que no es capaz de renovar. En este momento aparece San Agustín, la plenitud de la Patrística, que resume en su personalidad inmensa el mundo antiguo, al que todavía pertenece, y la época moderna, que anuncia, y cuyo punto de arranque es él mismo. En la obra agustiniana se cifra este paso decisivo de un mundo a otro.

•    San Agustín (354 – 430).
Es una de las figuras más emblemáticas de su tiempo, del cristianismo y de la filosofía. Su personalidad tan original y abundante deja una huella profunda en todas las cosas donde pone su mano. La filosofía y la teología medievales, es decir, lo que se ha llamado la Escolástica, toda la dogmática cristiana, disciplinas enteras como la filosofía del espíritu y la filosofía de la historia, ostentan la marca inconfundible que les imprimió. Más aun: el espíritu cristiano y el de la modernidad están influidos decisivamente por San Agustín; y tanto la Reforma como la Contrarreforma han recurrido de un modo especial a las fuentes agustinianas.



a. Verdad
b. Dios
Tesis filosóficas de San Agustín:
c. Creación.
d. Alma.
e. El Bien.
f. La Ciudad de Dios.

a.    Verdad: en encendidas controversias con los escépticos hizo triunfar San Agustín la posibilidad de conocer la verdad. Los escépticos dicen "no existe la verdad; de todo se puede dudar"; a lo que San Agustín replica "se podrá dudar todo lo que se quiere; de lo que no se puede dudar es de la misma duda". Existe pues la verdad con lo cual queda refutado el escepticismo. San Agustín busca el prototipo de la verdad en las verdades matemáticas, cuando dice, por ejemplo, que la proposición 7+3=10, es una proposición de vigencia universal para cualquiera que tenga razón. Aquí donde se ve que 7+3 tiene que ser igual a 10, halla San Agustín lo que también en otros casos debe ser verdad para todo espíritu racional, a saber, las reglas, ideas y normas conforme a las cuales registramos y leemos lo sensible y al mismo tiempo lo estimamos y rectificamos. Estas reglas son algo apriorístico, en lo cual el hombre, frente al mundo y su experiencia, se demuestra superior, libre y autónomo.

b.    Dios: el mismo San Agustín que busca la verdad en el interior del hombre, dice a la vez con no menor énfasis: Dios es la verdad. San Agustín se eleva de lo verdadero singular a la verdad una gracias a la que todo lo verdadero es verdadero para tener participación en ella. Considera esta ascensión como prueba de que existe Dios y el mismo tiempo de lo que Dios mismo es: el todo de lo verdadero, el ser bueno de todo lo bueno, el ser de todo ser. Así Dios es todo, pero a la vez no es nada de todo, pues sobre puja a todo, ninguna categoría se le puede aplicar.

c.    Creación: este concepto no es filosófico sino teológico. Por tanto, cuando San Agustín trata de pensarlo, se le ofrecen inmediatamente dificultades filosóficas. En este caso, habría que admitir también en Dios lo mutable. Por otra parte, la creación proviene de un acto libre de la voluntad de Dios, y no es por tanto, una procesión necesaria, como con frecuencia sé repitió contra la teoría de la emanación. San Agustín deja por fin la cuestión en suspenso. Ve que no se puede resolver con nuestros conceptos espaciales y temporales.

d.    Alma: lo que San Agustín escribe sobre el alma, su fina intuición, su arte de ver y dominar las cosas, su penetrante análisis y otras diversas cualidades lo revelan como sicólogo de primer orden. El alma tenía para él especial interés. "A Dios y al alma deseo conocer". El alma tiene un efecto el primado frente al cuerpo. Cierto que San Agustín no es ya pesimista acerca del cuerpo: el espíritu del cristianismo y su doctrina de la creación no lo permiten. No obstante, para San Agustín el hombre es propiamente el alma. Y así, seguirá pensándose, aun después de que en la alta edad media prospere la formula aristotélica de la unidad del cuerpo y el alma.

e.    El Bien: cuando San Agustín habla en lenguaje religioso, el bien no es para él otra cosa más que la voluntad de Dios. Pero cuando trata de descubrir los fundamentos más profundos, dice: "El bien se da con la ley eterna". Son las ideas eternas en la mente de Dios que, como para los platónicos, también aquí constituyen el fundamento de conocer, del ser y del bien. Son un orden eterno. No solo el hombre es bueno, también los seres son buenos y el conocimiento es verdadero, con tal que se orienten conforme a este orden eterno. 



f.    La Ciudad de Dios: siempre tendrá lugar en la historia del mundo la lucha entre la luz y las tinieblas, entre lo eterno y lo temporal, entre lo supra sensible y lo sensible, entre lo devino y lo antidivino. En su gran obra la Ciudad de Dios San Agustín, muestra cómo los poderes del bien tienen que luchar constantemente con los poderes del mal. Su sentido definitivo es el triunfo del bien sobre el mal.

Movimiento filosófico y teológico que intentó utilizar la razón natural humana, en particular la filosofía y la ciencia de Aristóteles, para comprender el contenido sobrenatural de la revelación cristiana. Principal movimiento en las escuelas y universidades medievales de Europa, desde mediados del siglo XI hasta mediados del siglo XV, su ideal último fue integrar en un sistema ordenado tanto el saber natural de Grecia y Roma como el saber religioso del cristianismo. El término escolástica también se utiliza en un sentido más amplio para expresar el espíritu y métodos característicos de ese momento de la historia de la filosofía o cualquier otro espíritu o actitud similar hacia el saber encontrados en otras épocas. El término escolástica, que en su origen designaba a los maestros de las escuelas monásticas o catedralicias medievales, de las que surgieron las universidades, acabó por aplicarse a cualquiera que enseñara filosofía o teología en dichas escuelas o universidades.

•    Características Principales.
Los pensadores escolásticos sostuvieron una amplia variedad de ideas tanto en filosofía como en teología. Lo que da unidad a todo el movimiento escolástico son las metas comunes, las actitudes y los métodos aceptados de un modo general por todos sus miembros. La principal preocupación de los escolásticos no fue conocer nuevos hechos sino integrar el conocimiento ya adquirido de forma separada por el razonamiento griego y la revelación cristiana. Este interés es una de las diferencias más características entre la escolástica y el pensamiento moderno desde el renacimiento.

El objetivo esencial de los escolásticos determinó algunas actitudes comunes, de las que la más importante fue su convicción de la armonía fundamental entre razón y revelación. Los escolásticos afirmaban que el mismo Dios era la fuente de ambos tipos de conocimiento y la verdad era uno de Sus principales atributos. No podía contradecirse a Sí mismo en estos dos caminos de expresión.

Cualquier oposición aparente entre revelación y razón podía deberse o a un uso incorrecto de la razón o a una errónea interpretación de las palabras de la revelación. Como los escolásticos creían que la revelación era la enseñanza directa de Dios, ésta tenía para ellos un mayor grado de verdad y certeza que la razón natural. En los conflictos entre fe religiosa y razonamiento filosófico, la fe era siempre el árbitro supremo, la decisión de los teólogos prevalecía sobre la de los filósofos. Después de principios del siglo XIII, el pensamiento escolástico puso mayor énfasis en la independencia de la filosofía en su campo propio. A pesar de todo, durante el periodo escolástico la filosofía estuvo al servicio de la teología, no sólo porque la verdad de la filosofía estaba subordinada a la de la teología, sino también porque los teólogos utilizaban la filosofía para comprender y explicar la revelación.



Esta postura de la escolástica chocó con la llamada teoría de la doble verdad del filósofo y físico hispano-árabe Averroes. Su teoría mantenía que la verdad era accesible tanto a la teología como a la filosofía islámica pero que tan sólo la filosofía podía alcanzarla en su totalidad. Por lo tanto, las llamadas verdades de la teología servían, para la gente común, de expresiones imaginativas imperfectas de la verdad auténtica, sólo accesible por la filosofía. Averroes sostenía que la verdad filosófica podía incluso contradecir, al menos de una forma verbal, las enseñanzas de la teología islámica.

Como resultado de su creencia en la armonía entre fe y razón, los escolásticos intentaron determinar el ámbito preciso y las competencias de cada una de estas facultades. Muchos de los primeros escolásticos, como el eclesiástico y filósofo italiano san Anselmo, no lo consiguieron y estuvieron convencidos de que la razón podía probar algunas doctrinas procedentes de la revelación divina. Más tarde, en el momento de esplendor de la escolástica, el teólogo y filósofo italiano santo Tomás de Aquino estableció un equilibrio entre razón y revelación.

Sin embargo, los escolásticos posteriores a santo Tomás, empezando por el teólogo y filósofo escocés Duns Escoto, limitaron cada vez más el campo de las verdades capaces de ser probadas a través de la razón e insistieron en que muchas doctrinas anteriores que se pensaba habían sido probadas por la filosofía tenían que ser aceptadas sobre la base única de la fe. Una de las razones de esta limitación fue que los escolásticos aplicaron los requisitos para la demostración científica, recogidos al principio en el Organon de Aristóteles, de una manera mucho más rigurosa que lo había hecho cualquiera de los filósofos anteriores.

Esos requisitos eran tan estrictos que el propio Aristóteles rara vez fue capaz de aplicarlos en detalle más allá del campo de las matemáticas. Esta tendencia desembocó de forma teórica en la pérdida de confianza en la razón natural humana y en la filosofía, como quedó caracterizada la primera época del renacimiento, y así lo asumieron los primeros reformadores religiosos protestantes, como Martín


Otra actitud común entre los escolásticos fue su sometimiento a las llamadas autoridades, tanto en filosofía como en teología. Esas autoridades eran los grandes maestros del pensamiento de Grecia y Roma y los primeros Padres de la Iglesia. Los escolásticos medievales se impusieron a sí mismos pensar y escribir mediante el estudio único e intensivo de los autores clásicos, a cuya cultura y saber atribuían certezas inmutables. Tras alcanzar su plena madurez de pensamiento y producir los primeros trabajos originales de filosofía, siguieron citando a las autoridades para dar peso a sus propias opiniones, aunque a estas últimas llegaban en muchos casos de manera independiente.

Críticas posteriores concluyeron de esta práctica que los escolásticos eran meros compiladores o repetidores de sus maestros. En realidad, los escolásticos maduros, como santo Tomás de Aquino o Duns Escoto, fueron muy flexibles e independientes en su utilización de los textos de los clásicos; a menudo con el fin de armonizar los textos con sus propias posiciones, ofrecieron interpretaciones que eran difíciles de conciliar con las intenciones y motivos inspiradores en los clásicos. El recurso a la cita de los clásicos fue, en muchos casos, poco más que un ornamento estilístico para empezar o finalizar la exposición de las propias opiniones e intentaba demostrar que las ideas del exegeta eran continuidad del pasado y no simples novedades. Novedad y originalidad de pensamiento no eran perseguidos de forma deliberada por ninguno de los escolásticos sino más bien minimizadas lo más posible.

Los escolásticos consideraron a Aristóteles la máxima autoridad filosófica, llamándole de modo habitual "el filósofo". El primer prelado y teólogo cristiano san Agustín fue su principal autoridad en teología, tan sólo subordinado a la Biblia y a los concilios oficiales de la Iglesia. Los escolásticos se adhirieron con mayor intensidad y sin ninguna crítica a las doctrinas emitidas por la jerarquía eclesial al admitir las opiniones de Aristóteles en materia de ciencias empíricas, como la física, la astronomía y la biología. Su aceptación sin crítica debilitó a la escolástica y fue una de las principales razones de su desdeñoso rechazo por parte de los investigadores y sabios del renacimiento e incluso de mucho tiempo después.

•    Métodos Comunes en la filosofía Escolástica.
Uno de los principales métodos de la escolástica fue el uso de la lógica y el vocabulario filosófico de Aristóteles en la enseñanza, la demostración y la discusión. Otro importante método fue enseñar un texto por medio de un comentario de alguna autoridad aceptada. En filosofía, esa autoridad era atribuida de un modo casi mecánico y procedimental a Aristóteles. En teología, los textos principales eran la Biblia y el Sententiarum Libri Quatuor (Cuatro libros de Sentencias) del teólogo y prelado italiano del siglo XII Pedro Lombardo, una recopilación de las opiniones de los primeros Padres de la Iglesia sobre problemas de teología. Los primeros escolásticos empezaron asumiendo como ortodoxia intelectual el contenido de los textos que estaban comentando.

Poco a poco, conforme la práctica de la lectura fue desarrollando su propio poder de crítica, introdujeron muchos comentarios suplementarios sobre algunos puntos que el propio texto no cubría o no había resuelto de forma adecuada. A partir del siglo XIII, esos comentarios suplementarios, que expresaban el pensamiento personal de los maestros, se convirtieron en la parte más amplia y trascendente de los textos, resultando así que la explicación literal del texto era reducida a un simple pasaje de cada exégesis.

Junto con los comentarios contaba la técnica de discusión por medio del debate público. Cada profesor de una universidad medieval debía aparecer varias veces al año ante el cuerpo docente y los alumnos, reunidos en asamblea, en un debate para defender los puntos cruciales de sus propias enseñanzas frente a todo aquel que las pusiera en duda. Las ideas de la lógica aristotélica se empleaban tanto en la defensa como en el ataque. En el siglo XIII el debate público se convirtió en un instrumento educativo flexible para estimular, probar y comunicar el progreso del pensamiento en la filosofía y teología.

Después de la mitad del siglo XIV, sin embargo, la vitalidad del debate público decayó y se convirtió en un rígido formalismo. Los participantes se sentían menos interesados en el contenido real que en pequeños puntos de la lógica y nimias sutilezas del pensamiento. Este tipo degradado de debate influyó mucho en dar una mala reputación a la escolástica durante el renacimiento y posteriormente; en consecuencia muchos pensadores modernos lo han considerado un mero mecanismo lógico pedante y artificial.

•    Principales Filósofos Escolásticos.
Entre los escolásticos más destacados de los siglos XI y XII se encuentran san Anselmo; el filósofo, teólogo y profesor de lógica Pedro Abelardo y el filósofo y clérigo Roscelino, que fundó la escuela de filosofía conocida como nominalismo. Entre los pensadores judíos del mismo periodo, el rabino, filósofo y físico Maimónides intentó armonizar la filosofía aristotélica con la revelación divina como se entiende en el judaísmo, en un espíritu similar al de los escolásticos cristianos.

Los escolásticos de la llamada edad de oro del siglo XIII incluyen a santo Tomás de Aquino y al filósofo alemán san Alberto Magno, ambos pertenecientes a la orden de los dominicos; al monje y filósofo inglés Roger Bacon, al prelado y teólogo italiano san Buenaventura, y a Duns Escoto, todos pertenecientes a la orden de los franciscanos y al sacerdote seglar belga del siglo XIII Henry de Ghent. El nominalismo se convirtió en la escuela filosófica dominante del siglo XIV, cuando la escolástica empezó a declinar.

El nominalista más importante fue el filósofo inglés Guillermo de Ockham, un gran lógico que atacó todos los sistemas filosóficos de los escolásticos precedentes para mantener en cambio que la razón humana y la filosofía natural tenían un campo de acción mucho más limitado del que sus antecesores habían establecido.

Si bien es cierto que estos autores representan a la filosofía medieval, ahora veamos de una forma más detallada uno a uno a los más importantes de estos en cuanto a la Escolástica:

•    Johannes Scottus Eriúgena (c. 815-c. 877). 



Es el creador del primer gran sistema filosófico de la edad media. Debió nacer en Irlanda como así lo indica el uso del seudónimo Johannes Ierugena o Eriúgena (que quiere decir "nacido en Irlanda"). En torno al 847 Carlos I, rey de Francia, le nombra supervisor de la escuela de la corte y le encarga que traduzca al latín las obras del neoplatónico Dionisio el Areopagita. Eriúgena, que no quiso someter sus obras al control de la censura, entró en conflicto con el papa Nicolás I. El rey Carlos le prestó su apoyo, aunque tuvo que vivir recluido en la corte hasta la muerte del monarca en 877.

Los concilios de Valence (855), Langres (859) y Vercelli (1050) condenaron el tratado De Divina Praedestinatione (Sobre la predestinación divina, 851), que defiende la creencia de Hincmar, arzobispo de Reims, sobre el destino final de los individuos en el sentido de que éste no depende de Dios de una forma absoluta, ya que la voluntad también tiene algo que decir sobre la salvación o la condenación. Por otra parte, Scottus Eriúgena afirma también en sus escritos que no existe nada semejante a la condenación como se cree conforme a la tradición. Todos los seres humanos, afirma, se transformarán por igual en espíritus puros.


En su panteística obra De Divisione Naturae (Sobre la división de la Naturaleza, 865-870), rechaza la creencia cristiana de que el universo fuera creado de la nada. Sostiene más bien que el mundo del espacio y del tiempo es una manifestación de las ideas presentes en el pensamiento de Dios y describe a este dios como el punto más alto de toda la evolución.

Scottus Eriúgena afirma también que la razón no necesita ser sancionada por la autoridad; más bien al contrario, la razón es en sí misma la base de la autoridad. La obra De Divisione Naturae fue condenada en 1225, en el concilio de Sens, y el papa Honorio III ordenó que se quemara.


Suele creerse que Scottus Eriúgena escribió también una obra en la que negaba la presencia de Cristo en la Eucaristía. Aunque algunos de los puntos de vista de Scottus Eriúgena pueden considerarse heréticos, es respetado sin embargo por el alcance de su obra y lo más frecuente es que se le considere como uno de los primeros representantes del escolasticismo.

•    San Anselmo de Cantorbery (c. 1033-1109). 

Teólogo, filósofo y Doctor de la Iglesia, que propuso una teoría sobre la existencia de Dios que todavía hoy se sigue debatiendo.


Nació en Aosta (norte de Italia). En 1060 ingresó en el monasterio benedictino de Bec (Normandía), donde era abad el religioso y erudito Lanfranco.

Cuando, en 1070, éste fue nombrado arzobispo de Canterbury por el rey de Inglaterra Guillermo I el Conquistador, Anselmo le sustituyó al frente del monasterio. Durante estos años alcanzó un gran prestigio por sus conocimientos y piedad, y sus monjes le animaron a que pusiera por escrito las meditaciones en que basaba sus enseñanzas. De esta manera redactó Monologium (1077), en el que, reflejando la influencia de san Agustín de Hipona, presentaba a Dios como el Ser más supremo e investigaba sobre sus atributos.

Animado por la acogida que tuvo su obra, continuó con su proyecto de comprensión de la búsqueda de fe, concluyendo Proslogium (1078), donde presentaba lo que en el siglo XVIII llegó a conocerse como el argumento ontológico de la existencia de Dios. Sostenía que incluso quienes dudaban de la existencia de Dios habrían de observar cierta comprensión sobre lo que dudaban: es decir, comprenderían a Dios como un ser del que no se puede pensar algo más grande.

Puesto que es más grande existir fuera de la mente que sólo en la mente, un escéptico que negara la existencia de Dios estaría incurriendo en una contradicción, ya que estaría afirmando que es posible pensar en algo más grande que en un ser del que nada más grande se puede pensar. De aquí que, por definición, Dios existe.

La crítica básica al argumento de san Anselmo es que no se puede deducir la existencia fuera de la mente de nada, analizando su definición. Ya en su época, el monje Gaunilón de Marmoutier puso objeciones a su razonamiento, como más tarde lo harían santo Tomás de Aquino e Immanuel Kant. Sin embargo, René Descartes, Baruch Spinoza, Gottfried Wilhelm Leibniz y algunos pensadores contemporáneos han emitido razonamientos similares.

En 1093, Anselmo fue llamado para suceder a Lanfranco como arzobispo de Canterbury. Desde esta dignidad participó en una época de grandes conflictos con Guillermo II el Rojo, sucesor de Guillermo I el Conquistador en el trono de Inglaterra, sobre la independencia de la Iglesia del poder regio. Tanto durante su estancia en Inglaterra como en su posterior exilio italiano, san Anselmo estuvo siempre enfrentado con los poderes seculares. A pesar de ello, continuó sus reflexiones teológicas, escribiendo Cur Deus Homo, un estudio sobre la encarnación y crucifixión de Jesucristo como una forma de expiación del pecado.

En 1100, cuando Enrique I heredó la corona inglesa, Anselmo regresó a Canterbury, siendo posteriormente desterrado, de nuevo, por sus continuas controversias con el Rey. Hasta 1106 no regresó a Canterbury, donde vivió hasta el día de su fallecimiento, ocurrido el 2 de abril de 1109. Fue canonizado en 1163 y declarado Doctor de la Iglesia en 1720. Su festividad se celebra el 21 de abril.

•    Abelardo, Pedro (1079-c. 1142). 


Filósofo y teólogo francés, cuya fama como profesor le convirtió en una de las figuras más célebres del siglo XII. Nació en Le Pallet (Bretaña) y dejó su hogar para estudiar en Loches con el filósofo nominalista francés Roscelino y más tarde en París con el filósofo realista francés Guillermo de Champeaux. Crítico de sus maestros, Abelardo comenzó a enseñar en Melun, en Corbeil y en 1108, en París. Pronto adquirió fama por toda Europa como profesor y pensador original. En 1117 se convirtió en tutor de Eloísa, sobrina de Fulbert, canónigo de la catedral de Notre Dame en París.

Eloísa y Abelardo se enamoraron, y ella dio a luz un hijo a quien llamaron Astrolabio. Ante la insistencia de Abelardo se casaron en secreto y convenció a Eloísa para tomar los votos sagrados en la abadía benedictina de Saint-Argenteuil. Su tío Fulbert, al principio enfurecido por la relación entre los dos y después algo aplacado por su matrimonio, decidió, no obstante, que Abelardo tenía que abandonar a Eloísa en la abadía y castrarse. La pareja se separó entonces: Eloísa entró en una orden de religiosas, mientras Abelardo se recogió en la abadía de Saint-Denis-en-France, en París.

La primera obra publicada de Abelardo, un tratado sobre la Trinidad (1121), fue condenada y quemada por un concilio católico que se reunió en Soissons en ese mismo año. Obligado a dejar Saint-Denis-en-France, Abelardo fundó una capilla y un oratorio, llamado la Paraclete, en Nogent-sur-Seine. En 1125 fue elegido abad del monasterio de Saint-Gildas-de-Rhuis, donde escribió su autobiográfica Historia Calamitatum (Historia de mis desventuras, 1132). En esa época comenzó la famosa relación epistolar con Eloísa, cartas que han llegado a ser clásicos de la correspondencia romántica.

En 1140 san Bernardo de Claraval, eminente religioso francés quien consideraba que los métodos dialécticos de Abelardo eran peligrosos y poco respetuosos con los dogmas de la fe, convenció al concilio católico reunido en Sens, y al papa Inocencio II, de condenarlo por sus escritos y enseñanzas racionalistas y escépticas. En su camino a Roma para apelar contra la condena, aceptó la hospitalidad de Pedro el Venerable, abad de Cluny, y permaneció allí durante meses. Abelardo murió en un priorato cluniaciense cerca de Chalon-sur-Saône. Su cuerpo fue llevado a la Paraclete; cuando Eloísa murió en 1164 fue enterrada junto a él. En 1817 ambos cuerpos fueron trasladados a una tumba común en el cementerio de Père Lachaise, en París.

El atractivo romántico de la vida de Abelardo a menudo oscurece la importancia de su pensamiento. Fue, sin embargo, uno de los pensadores más destacados de la edad media. En el énfasis que puso en la discusión dialéctica, Abelardo seguía al filósofo y teólogo del siglo IX Juan Escoto Eriúgena , y precedía al filósofo escolástico italiano santo Tomás de Aquino. La principal tesis dialéctica de Abelardo es que la verdad debe alcanzarse sopesando con rigor todos los aspectos de una cuestión y se presentó en Sic et Non (Así y de otra forma, c. 1123). También se anticipó a la posterior dependencia teológica de la obra de Aristóteles, más que de la de Platón.

Abelardo reaccionó con fuerza contra las teorías del realismo extremo, negando que los conceptos universales tengan existencia independiente fuera de la mente. Según Abelardo, 'universal' es una palabra funcional que expresa la imagen combinada de esas asociaciones comunes de palabras dentro de la mente. Esta posición no es nominalista, porque Abelardo subraya que las asociaciones de las cuales está formada la imagen y a las que se da un nombre universal tienen una cierta semejanza o naturaleza común. Su teoría es un paso definitivo hacia el realismo moderado de Aquino, pero carece de una explicación del proceso por el que se forman las ideas. En la evolución de la ética, la mayor contribución de Abelardo fue sostener que un acto debe ser juzgado por la intención que guía a quien lo realiza.

Además de las obras mencionadas, Abelardo escribió muchos libros en latín sobre ética, teología y dialéctica, así como poesía e himnos religiosos.

•    San Buenaventura (c. 1217-1274). 


Teólogo cristiano y vicario general de los franciscanos, célebre por sus escritos espirituales, se le conoció como el Doctor Seráfico.

Buenaventura nació en Bagnoregio (cerca de Viterbo, Italia), hijo de Juan de Fidanza. De nombre Juan, ingresó en la Universidad de París en 1235, donde estudió bajo las enseñanzas de Alejandro de Hales. Ingresó en la orden franciscana en 1243, y adoptó el nombre de Buenaventura y profundizó en sus estudios hasta convertirse en maestro (profesor) de teología en 1254. Durante este periodo preparó un comentario sobre las Escrituras, el Breviloquium y al igual que su coetáneo Tomás de Aquino, trabajó para integrar la visión aristotélica en la tradición de san Agustín.

Buenaventura aceptó gran parte de la filosofía científica de Aristóteles, pero rechazó cuanto conocía de su metafísica por insuficiente, ya que, según Buenaventura, al filósofo no le guiaba la luz de la fe cristiana. La doctrina de la iluminación de la mente humana (el alma) por el divino —una forma de identificar la verdad o falsedad del juicio— la tomó de las doctrinas de san Agustín. Su Itinerario de la mente hacia Dios (1259) y sus breves tratados místicos reflejan su preocupación por la forma en que el alma reconoce y se une a Dios.

Célebre por sus estudios y buen juicio, Buenaventura fue elegido vicario general de los franciscanos en 1257, en un momento en que la comunidad se hallaba escindida a causa de la controversia sobre hasta qué punto debía, como orden, respetar el compromiso de san Francisco con la pobreza. Consiguió superar dicha división y por ello se le considera como el segundo fundador de la orden. Escribió (1263) la versión oficial de la Vida de san Francisco de Asís, y se dedicó a viajar y a predicar el estilo de vida franciscano.

El papa Gregorio X (Papa entre 1271 y 1276) le nombró cardenal arzobispo de Albano en mayo de 1273 y Buenaventura colaboró en los preparativos del Concilio de Lyon convocado para solventar el cisma con la Iglesia oriental. Murió el 15 de julio de 1274 en Lyon.
El papa Sixto IV santificó a Buenaventura en 1482 y en 1587 o 1588, el papa Sixto V le nombró doctor de la Iglesia. Su festividad se celebra el 15 de julio.

San Buenaventura (1217-1274)
Nace en la Toscana en 1217. Franciscano es discípulo predilecto de Alejandro de Hales, con el que no compartirá la mayoría de opiniones. Sin embargo, es profundamente agustiniano. Muere tras haber sido nombrado cardenal en el concilio de Lyon, en 1274. Fue enterrado en Lyon en presencia del papa Gregorio X.

1. LA EXISTENCIA DE DIOS
Se preocupó primariamente por Dios como objeto de adoración y oración y como objetivo del alma humana, más que por un Dios filosófico. Por eso pone más énfasis en las pruebas que se apoyan en la interioridad. Sin duda él entiende que del mundo sensible se puede llegar a la existencia de Dios, pero piensa que tal existencia es tan evidente al alma mediante la reflexión sobre sí misma que la creación extra-mental sirve principalmente sólo para recordárnosla. Y no lo hace sin razón. En la línea agustiniana se pregunta cómo podría el intelecto conocer que ese ser es defectuoso e incompleto, si no tuviese conocimiento alguno del Ser sin defecto. La idea de imperfección presupone la de perfección. No se puede llegar a la perfección por la imperfección por vía de la abstracción o la negación. No niega que la existencia de Dios pueda demostrarse a partir de las criaturas. Al contrario, lo confirma. Puesto que las cosas sensibles son para nosotros los medios de llegar al conocimiento de las intelligibilia.

En sus obras hay innumerables pruebas a posteriori, a partir del eros ab alio, debe existir un ens non ab alio, a partir del ens possibile, debe existir un ens necesarium. No desprecia el conocimiento sensible. Lo valora como el primer paso en las etapas del ascenso espiritual del alma, puesto que el mundo es espejo de Dios, hasta llegar al conocimiento más elevado, el conocimiento experiencial de Dios. Igualmente afirma que la existencia de Dios es una verdad implantada naturalmente en la mente humana, es evidente por sí misma y que no puede dudarse de ella. La cuestión es qué entiende él exactamente por esto: objetivamente hablando la existencia de Dios es indudable, pero subjetivamente hablando puede dudarse de ella. San Buenaventura no postula una idea clara y explícita de la existencia de dios, postuló que en todo ser hay una confusa conciencia de Dios. el conocimiento universal de Dios es implícito y no explícito y vago. Es un conocimiento virtual de Dios que puede volverse claro sin recurrir al mundo sensible.

Por ejemplo, en la prueba agustiniana del appetitus beatitudinis, se da cuenta que no puede haber deseo sin algún conocimiento del objeto mismo. Si la voluntad se encuentra naturalmente orientada hacia el Bien Supremo, esa orientación postula un conocimiento a priori de Dios. No puede haber búsqueda de lo que es enteramente desconocido. Buscar la felicidad y negar la existencia de Dios es en realidad hacerse reo de contradicción. Negar con la inteligencia lo que afirma la voluntad. Cuando San Buenaventura dice que el alma conoce a Dios como presentísimo a sí misma, no afirma una doctrina ontologista sino que el alma al conocer su dependencia, reconoce, si reflexiona, que ella es imagen de Dios y ve así a Dios en su imagen.

San Buenaventura resume el argumento anselmiano y lo extiende. Aclara que con una noción errónea de Dios, advierte que no puede dudarse de la existencia de Dios y que la no existencia no puede ni siquiera ser pensada. No considera la idea de perfecto obtenida mediante la negación de la imperfección. Presupone una idea innata virtual de lo perfecto que no es otra cosa que el sello de Dios en el alma. Siguiendo a San Agustín en la demostración de Dios por las ideas y verdades eternas, será también su argumento favorito. La afirmación de cualquier verdad afirma la causa de toda verdad e implica por ello la existencia del fundamento y causa de la verdad. Tampoco es un argumento meramente verbal o dialéctico, pues mantiene que la mente puede aprehender verdades eternas y obtener conclusiones ciertas y necesarias solamente a la luz divina. Así que negar la existencia de Dios es negar la fuente en nombre de lo que procede la fuente.


•    Averroes (1126-1198). 



Filósofo árabe musulmán, físico, jurista maliki y teólogo ashari, nació en Córdoba, España. Su padre, un juez de Córdoba, le enseñó jurisprudencia musulmana. En su ciudad natal también estudió teología, filosofía occidental y matemáticas con el filósofo árabe Ibn Tufayl, y medicina con el médico árabe Avenzoar. Averroes fue designado juez en Sevilla en 1169 y en Córdoba en 1171; en 1182 se convirtió en el médico de Abu Yaqub Yusuf, el califa almohade de Marruecos y de la España musulmana. La idea de Averroes de que la razón prima sobre la religión le llevó al exilio en 1195 por orden de Abu Yusuf Yaqub al-Mansur; fue restituido poco antes de su muerte.

Averroes mantenía que las verdades metafísicas pueden expresarse por dos caminos: a través de la filosofía (según pensaba el griego clásico Aristóteles y los neoplatónicos de la antigüedad tardía) y a través de la religión (como se refleja en la idea simplificada y alegórica de los libros de la revelación). Aunque en realidad Averroes no propuso la existencia de dos tipos de verdades, filosófica y religiosa, sus ideas fueron interpretadas por los pensadores cristianos, que las clasificaron de "teoría de la doble verdad".

Rechazó el concepto de la creación del mundo en el tiempo: mantenía que el mundo no tiene principio. Dios es el "primer motor", la fuerza propulsora de todo movimiento, que transforma lo potencial en lo real. El alma individual humana emana del alma universal unificada. Los amplios comentarios de Averroes sobre la obras de Aristóteles fueron traducidos al latín y al hebreo y tuvo gran influencia tanto en la escolástica y la filosofía cristiana (en la Europa medieval) como en los filósofos judíos de la edad media. Su principal obra original fue Tahafut al-Tahafut (árabe, "La destrucción de la destrucción"), donde rebate una obra del teólogo islámico Algazel sobre la filosofía. Es también autor de obras sobre medicina, astronomía, derecho y gramática.

•    Maimónides (1135-1204). 


Filósofo, matemático y físico hispanojudío. Nacido en Córdoba, fue también conocido como Rambam (por las iniciales de su verdadero nombre, Rabí Mosheh ben Maimon). Tras ser conquistada Córdoba, en 1148, por los almohades, que impusieron las leyes del islam tanto a cristianos como a judíos, la familia de Maimónides decidió exiliarse. Después de errar durante años, se establecieron en Egipto. Allí Maimónides llegó a ser rabino principal de El Cairo y médico de Saladino I, sultán de Egipto y Siria.

La contribución de Maimónides a la evolución del judaísmo le proporcionó el sobrenombre de segundo Moisés. Su gran obra en el campo de la legislación judía es la Mishné Torá (Repetición de la Ley), desarrollada en 14 libros y escrita en hebreo (1170-1180), que siguió modificando hasta su muerte. Además, formuló los Trece artículos de fe, uno de los diversos credos a los que numerosos judíos ortodoxos todavía se adhieren. Está reconocido como el filósofo judío más importante de la edad media. En Guía de perplejos, escrita en árabe (c. 1190), Maimónides intenta armonizar fe y razón conciliando los dogmas del judaísmo rabínico con el racionalismo de la filosofía aristotélica en su versión árabe, que incluye elementos de neoplatonismo.

Esta obra, en la que considera la naturaleza de Dios y la creación, el libre albedrío y el problema del bien y del mal, tuvo una gran influencia en filósofos cristianos como santo Tomás de Aquino y san Alberto Magno. Su utilización de un método alegórico, aplicable a la interpretación bíblica, que minimizaba el antropomorfismo, fue condenada durante varios siglos por muchos rabinos ortodoxos; pero las cuestiones conflictivas de su pensamiento han perdido relevancia en la época moderna. La fama de Maimónides como médico igualaba a la que gozó como filósofo y autoridad en la ley judía. También escribió sobre astronomía, lógica y matemáticas.

•    Santo Tomás de Aquino (1225-1274). 




A veces llamado doctor angélico y el príncipe de los escolásticos, filósofo y teólogo italiano, cuyas obras lo han convertido en la figura más importante de la filosofía escolástica y uno de los teólogos sobresalientes del catolicismo.

Nació en una familia noble en Roccasecca (cerca de Aquino, en Italia) y estudió en el monasterio benedictino de monte Cassino y en la Universidad de Nápoles. Ingresó en la orden de los dominicos todavía sin graduarse en 1243, el año de la muerte de su padre. Su madre, que se oponía a la entrada de Tomás en una orden mendicante, le confinó en el castillo familiar durante más de un año en un vano intento de hacerle abandonar el camino que había elegido.

Le liberó en 1245, y entonces Tomás viajó a París para completar su formación. Estudió con el filósofo escolástico alemán Alberto Magno, siguiéndole a Colonia en 1248. Porque Tomás era de poderosa constitución física y taciturno, sus compañeros novicios le llamaban buey mudo, pero Alberto Magno había predicho que "este buey un día llenará el mundo con sus bramidos".


Tomás de Aquino fue ordenado sacerdote en 1250, y empezó a impartir clases en la Universidad de París en 1252. Sus primeros escritos, en particular sumarios y explicaciones de sus clases, aparecieron dos años más tarde. Su primera obra importante fue Scripta super libros Sententiarum (c. 1256), que consiste en comentarios sobre una obra influyente relacionada con los sacramentos de la Iglesia, conocida como el Sententiarum libri quatuor, del teólogo italiano Pedro Lombardo. En 1256 a Tomás de Aquino se le concedió un doctorado en teología y fue nombrado profesor de filosofía en la Universidad de París.

El papa Alejandro IV, que ocupó la silla pontificia desde 1254 hasta 1261, le llamó a Roma en 1259, donde sirvió como consejero y profesor en la curia papal. Regresó a París en 1268, y en seguida llegó a implicarse en una controversia con el filósofo francés Siger de Brabant y otros seguidores del filósofo islámico Averroes.

Estudio de Aristóteles y los averroístas para comprender la crucial importancia de esta polémica en la evolución del pensamiento de Occidente, es necesario considerar el contexto en que se produjo. Antes de Tomás de Aquino, el pensamiento occidental había estado dominado por la filosofía de san Agustín, el gran Padre y Doctor de la Iglesia occidental durante los siglos IV y V, quien consideraba que en la búsqueda de la verdad se debía confiar en la experiencia de los sentidos. A principios del siglo XIII las principales obras de Aristóteles estuvieron disponibles en una traducción latina de la escuela de traductores de Toledo, acompañadas por los comentarios de Averroes y otros eruditos islámicos.

El vigor, la claridad y la autoridad de las enseñanzas de Aristóteles devolvieron la confianza en el conocimiento empírico, lo que originó la formación de una escuela de filósofos conocidos como averroístas. Bajo el liderazgo de Siger de Brabant, los averroístas afirmaban que la filosofía era independiente de la revelación. Esta postura amenazaba la integridad y supremacía de la doctrina católica, apostólica romana y llenó de preocupación a los pensadores ortodoxos. Ignorar a

Aristóteles, tal como lo hacían los averroístas, era imposible, y condenar sus enseñanzas era inútil. Tenía que ser tenido en cuenta. San Alberto Magno y otros eruditos habían intentado hacer frente a los averroístas, pero con poco éxito. Santo Tomás triunfó con brillantez.


Reconciliando el énfasis agustino sobre el principio humano espiritual con la afirmación averroísta de la autonomía del conocimiento derivado de los sentidos, Tomás de Aquino insistía que las verdades de la fe y las propias de la experiencia sensible, así como las presentadas por Aristóteles, son compatibles y complementarias. Algunas verdades, como el misterio de la encarnación, pueden ser conocidas sólo a través de la revelación, y otras, como la composición de las cosas materiales, sólo a través de la experiencia; aun otras, como la existencia de Dios, son conocidas a través de ambas por igual. Así, la fe guía al hombre hacia su fin último, Dios; supera a la razón, pero no la anula. Todo conocimiento, mantenía, tiene su origen en la sensación, pero los datos sensibles pueden hacerse inteligibles sólo por la acción del intelecto, que eleva el pensamiento hacia la aprehensión de tales realidades inmateriales como el alma humana, los ángeles y Dios.

Para lograr la comprensión de las verdades más elevadas, aquellas con las que está relacionada la religión, es necesaria la ayuda de la revelación. El realismo moderado de santo Tomás afirmó los grandes conceptos de su sistema en el pensamiento, en oposición al realismo extremo, el cual los proponía como independientes del pensamiento humano. No obstante, admitía una base para los universales en las cosas existentes en oposición al nominalismo y conceptualismo. En su filosofía de la política, a pesar de reconocer el valor positivo de la sociedad humana, se propone justificar la perfecta racionalidad de la subordinación del Estado a la Iglesia.

Santo Tomás primero sugirió su opinión madurada en De unitate intellectus contra averroistas (1270). Esta obra volvió la tendencia contra sus oponentes, quienes fueron censurados por la Iglesia.

Santo Tomás dejó París en 1272 y se fue a Nápoles, donde organizó una nueva escuela dominica. En marzo de 1274, mientras viajaba para asistir al Concilio de Lyon, al que había sido enviado por el papa Gregorio X, cayó enfermo. Murió el 7 de marzo en el monasterio cisterciense de Fossanova.
Con más fortuna que ningún otro teólogo o filósofo, santo Tomás organizó el conocimiento de su tiempo y lo puso al servicio de su fe.

En su esfuerzo para reconciliar fe con intelecto, creó una síntesis filosófica de las obras y enseñanzas de Aristóteles y otros sabios clásicos: de san Agustín y otros Padres de la Iglesia, de Averroes, Avicena, y otros eruditos islámicos, de pensadores judíos como Maimónides y Solomon ben Yehuda ibn Gabirol, y de sus predecesores en la tradición escolástica. Esta síntesis la llevó en la línea de la Biblia y la doctrina católica.


El éxito de Santo Tomás fue inmenso; su obra marca una de las escasas grandes culminaciones en la historia de la filosofía. Después de él, los filósofos occidentales sólo podían elegir entre seguirle con humildad o inclinarse hacia alguna otra dirección diferente. En los siglos posteriores a su muerte, la tendencia dominante y constante entre los pensadores católicos fue adoptar la segunda alternativa. El interés en la filosofía tomista empezó a restablecerse, sin embargo, hacia el final del siglo XIX. En la encíclica Aeterni Patris (Del Padre eterno, 1879), el papa León XIII recomendaba que la filosofía de santo Tomás fuera la base de la enseñanza en todas las escuelas católicas.

El papa Pío XII, en la encíclica Humani generis (1950), afirmaba que la filosofía tomista es la guía más segura para la doctrina católica y desaprobaba toda desviación de ella. El tomismo permanece como una escuela importante en el pensamiento contemporáneo. Entre los pensadores, católicos y no católicos, que han trabajado dentro del marco tomista, han estado los filósofos franceses Jacques Maritain y Étienne Gilson.

Santo Tomás fue un autor prolífico en extremo, con cerca de 800 obras atribuidas. Las dos más importantes son Summa contra Gentiles (1261-1264), un estudio razonado con la intención de persuadir a los intelectuales musulmanes de la verdad del cristianismo y la Summa theologica (1265-1273), en tres partes (sobre Dios, la vida moral del hombre y Cristo), de la que la última está inacabada.

•    Duns Scot, John (c. 1266-1308).



Teólogo y filósofo escocés, creador de la escuela escolástica llamada escotismo. Nacido en Duns, Lothian, Duns Scot entró en la orden franciscana y estudió en las universidades de Oxford y París. Más tarde impartiría clases en ambos centros sobre las Sentencias, el manual teológico básico del teólogo italiano Pedro Lombardo. En 1303 se exilió de París por negarse a apoyar a Felipe IV, rey de Francia, en su disputa con el papa Bonifacio VIII sobre la los impuestos con que se gravaban las propiedades de la Iglesia. Después de un breve exilio Duns Escoto volvió a París, donde enseñó hasta 1307.

A finales de ese año fue enviado a Colonia, donde dio clases hasta su muerte, el 8 de noviembre de 1308. Sus escritos más importantes son las dos colecciones de Comentarios sobre las Sentencias y los tratados Cuestiones quodlibetic, Cuestiones sobre metafísica, y Sobre el principio primero. A causa de su intrincado pero hábil método de análisis, en concreto en su defensa de la doctrina de la Inmaculada Concepción (que el papa Pío IX definió como dogma de la Iglesia católica en 1854), se le conoce como Doctor Subtilis (en latín, 'doctor sutil').

En su sistema de filosofía Duns Scot analizó con precisión los conceptos de causalidad y posibilidad en un intento de establecer una prueba rigurosa de la existencia de Dios, el ser primero e infinito. No obstante, mantenía que para conocer la verdad en toda su amplitud y cumplir con el propio destino eterno no debe limitarse a hacer uso de las intuiciones derivadas del conocimiento natural o la filosofía, sino que también debe intentar conocer y aceptar la revelación divina. La revelación complementa y perfecciona el conocimiento natural, y, en consecuencia, no puede haber contradicción entre ellos.



Para Duns Scot, teología y filosofía son disciplinas distintas y separadas; sin embargo, se complementan, porque la teología recurre a la filosofía como una herramienta. En su opinión, el interés primordial de la teología es Dios, considerado desde el punto de vista de Su propia naturaleza, mientras que la filosofía sólo apela a Dios en la medida en que Él es la causa primera de las cosas. Al considerar la naturaleza de la teología como una ciencia, sin embargo, Duns Scot se apartó de forma clara de su precursor dominico, santo Tomás de Aquino.

Mientras santo Tomás definía la teología primero y ante todo como una disciplina especulativa, Duns Scot abordaba la teología como una ciencia práctica, interesada en cuestiones teóricas sólo en la medida en que éstas se plantean como fin el salvar almas a través de la revelación. Argumentó que mediante la fe una persona puede conocer con absoluta certeza que el alma es incorruptible e inmortal; la razón puede argumentar con verosimilitud la existencia de tales cualidades del alma, pero no puede probar que existan con exactitud.

Como santo Tomás, Scot fue un realista de la filosofía, pero se distinguía de éste en ciertas materias básicas. El principal punto de diferencia entre ellos está relacionado con sus ideas de la percepción. Duns Scot mantenía que una comprensión directa, intuitiva, de las cosas concretas se obtiene tanto a través del intelecto como de los sentidos. Aquino, por otro lado, sostenía que el intelecto no conoce por sí mismo la singularidad de las cosas materiales sino sólo las naturalezas universales abstraídas a su vez de las percepciones.

Duns Escot afirmaba que los universales no tienen una existencia separada de la mente humana, sino que cada cosa separada o 'singular' posee una naturaleza distinta hacia el exterior que comparte con otras cosas de la misma clase. Este hecho, pensaba, suministra el fundamento objetivo de nuestro conocimiento sobre las verdades esenciales.

Siguiendo la tradición franciscana establecida por el teólogo italiano San Buenaventura, Duns Escot recalcó la primacía de la libertad humana y de los actos de amor sobre el intelecto. Evitaba una visión arbitraria o voluntarista de los actos de Dios, aunque advertía al mismo tiempo que la existencia actual de las cosas depende de una decisión libre tomada por Dios, y sostenía que las obligaciones morales dependen de la voluntad de Dios. Esa voluntad, enseñaba, es libre por completo y no estaba formada o determinada por motivos concretos. Dios ordena una acción no porque él vea que es buena, como afirmaba santo Tomás, sino que la hace buena al ordenarla.

Duns Scot fue uno de los más profundos y refinados teólogos y filósofos medievales conocidos por su filiación escolástica. Durante muchos siglos después de su muerte, sus seguidores, llamados escotistas, estuvieron en conflicto con los adeptos de santo Tomás, que eran llamados tomistas.

•    Ockham, Guillermo de (c. 1285-c. 1349). 


Conocido como Doctor Invincibilis (en latín, ‘Doctor invencible’) y Venerabilis Inceptor (en latín, ‘Venerable iniciador’), filósofo inglés y teólogo escolástico, considerado el mayor representante de la escuela nominalista, la más consistente y directa rival de las escuelas tomista y escotista.

Nació en Surrey, Inglaterra. Entró en la orden de los franciscanos y estudió y enseñó en la Universidad de Oxford desde 1309 hasta 1319. Acusado por el papa Juan XXII de impartir enseñanzas peligrosas, permaneció en arresto domiciliario desde 1324 hasta 1328 en el palacio papal de Aviñón (Francia) mientras se sometía a examen la ortodoxia de sus escritos. Se alió con los franciscanos contra el papa en una disputa sobre la pobreza de la orden y huyó a Munich en 1328 para acogerse a la protección de Luis IV, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, que había rechazado la autoridad pontificia en asuntos políticos. Excomulgado por el Papa, Ockham escribió contra el papado y defendió al emperador hasta que este murió en 1347. El filósofo murió en Munich, mientras intentaba lograr una reconciliación con el papa Clemente VI.


Ockham alcanzó la fama como alguien que aplicó la lógica de forma rigurosa para mostrar que muchas creencias de los filósofos cristianos (por ejemplo que Dios es uno, omnipotente, creador de todas las cosas, y que el alma humana es inmortal) no se podían probar mediante la razón filosófica o natural, sino tan sólo a través de la revelación divina. Su nombre se atribuye al principio de economía en lógica formal, conocido como ‘la navaja de Ockham’, según la cual las entidades no tienen que ser multiplicadas sin necesidad.

PAV/03/01/17