domingo, 1 de enero de 2017

El Racionalismo y el Empirismo: Las dos grandes corrientes en la filosofía moderna.

En este escrito comparto información sobre filosofía, no considero que es un lugar para sustentar tesis ni afirmaciones, las cuales reservo para el contexto académico. Agradeceré hacerme llegar aportes constructivos sobre este tema.

Dans cet écrit je partage l'information sur Philosophie, je ne considère pas que c'est un lieu pour postuler de thèse ni les affirmations, lesquelles je réserve pour le contexte académique. Je remercierai me faire arriver des apports constructifs sur ce sujet.
Percy C. Acuña Vigil.

El Racionalismo y el Empirismo: Las dos grandes corrientes en la filosofía moderna.

Las principales figuras de la filosofía moderna están divididos principalmente en dos grandes grupos, los racionalistas y los empiristas. Se considera a René Descartes como padre de la filosofía moderna, pues su genio lo condujo a la creación de una nueva ciencia matemática, la geometría analítica y llegó a la conclusión de que para evitar el error no basta la inteligencia, sino que hay que aplicarla adecuadamente, es decir requiere de un método. Se considera que el período de la filosofía moderna concluye con Immanuel Kant.


Racionalismo
Las principales figuras de la filosofía moderna están divididos principalmente en dos grandes grupos. Los "racionalistas", sobre todo en Francia y Alemania, argumentaron que todo conocimiento debe partir de ciertas "ideas innatas" en la mente. Los principales racionalistas fueron René Descartes, Baruch Spinoza, Gottfried Leibniz, y Nicolas Malebranche.

Empirismo


Los "empiristas", por el contrario, sostienen que el conocimiento debe comenzar con la experiencia sensorial. Las principales figuras de esta línea de pensamiento son John Locke, George Berkeley y David Hume. La ética y la filosofía política por lo general no se subsumen bajo estas categorías, aunque todos estos filósofos trabajaron en la ética en sus propios estilos distintivos. Otras figuras importantes en la filosofía política son Thomas Hobbes y Jean-Jacques Rousseau.

David Hume reduce todo conocimiento, en cuanto tal, a «impresiones» e «ideas». [1]
David Hume.  Admite dos tipos de verdades: «verdades de hecho» y «relación de ideas». Toda idea ha de poder ser reducida a una impresión correspondiente. Cuando una idea surge de la relación entre ideas, su contenido de realidad ha de depender de las impresiones que la motivan. Si no encontramos dichas impresiones se debe rechazar como producto de la mera imaginación sin contenido de realidad alguno. Tal ocurre con la idea de sustancia y la idea de causa.[2]

Un conjunto de impresiones generan una asociación de ideas respecto a un hecho y un juicio al respecto. Un asesinato, por ejemplo, no es ni puede ser reducido a una impresión.  Es una relación de ideas: La idea del hecho de matar a un hombre (recuerdo de una impresión) junto con la idea del "desagrado que produce" en la conciencia como impresión interna queda asociada en una nueva idea: "asesinato" como idea que expresa un juicio moral relativo al rechazo de la asociación de las dos impresiones: El asesinato es algo "malo" como apreciación subjetiva moral pero no tiene contenido de conocimiento verdadero o falso.

De igual manera la noción de causa no puede ser reducida a una impresión; surge de la relación entre ideas. ¿Cuál es la relación que une a dos ideas como causa?. Para Hume es evidente que la relación causal se establece bajo el punto de vista de "una sucesión constante de impresiones" que generan en el hombre un «hábito» o «costumbre».

A la impresión de poner una tetera con agua en el fuego siempre se sigue que el agua se caliente. Es la conciencia la que asocia estas dos impresiones sucesivas como ideas (el hecho de poner el agua al fuego, y que le suceda el hecho de que se caliente). Esta asociación constituye una nueva idea, la idea de causa, cuyo fundamento es la expectativa de que "el hecho de que hasta ahora me ha sucedido que siempre que pongo una tetera  cacharro con agua al fuego esta se calienta" me permite afirmar: "El fuego calienta el agua"; es decir el fuego es la causa de que el agua se caliente.

Pero no podemos encontrar ninguna impresión que tenga relación directa con la idea de causa. Y el contenido de realidad de una idea solamente tiene sentido en referencia a la impresión de la que se derive. La idea de causa, pues, es algo meramente subjetivo, resultado de la asociación de la mente de dos impresiones sucesivas cuya conexión no aparece como evidencia.

Esencialistas vs anti esencialistas



John Locke se considera a menudo como el padre del anti-esencialismo. En esencia, la opinión es que nada tiene propiedades necesariamente en sí mismas o contingentemente en sí mismas. El razonamiento de Locke sobre esto es falaz, como lo demostró Saúl Kripke en su famosa Naming and Necessity (que en realidad no decía mucho más de lo que Leibniz ya había dicho en su prefacio a su comentario sobre Locke. [3] 

A menudo sinónimo de anti-fundacionalismo, el no-esencialismo en la filosofía, es la no creencia en una esencia (del latín esse) de cualquier cosa dada, idea o entidad metafísica (p.e. Dios). El no esencialismo también puede definirse catafácticamente como la creencia de que para cualquier entidad, no hay rasgos específicos o fundamento de ser que las entidades de ese tipo deben poseer para ser consideradas "esa entidad".

El no esencialismo no se limita a la simple especulación filosófica. También se encuentra en las disciplinas académicas como la sociología, la antropología, la teología, la historia / historiografía y la ciencia. La forma en que el no esencialismo se utiliza en estos discursos varía un poco dado su contenido y contenido diferentes.

Los anti fundacionalistas se oponen a visiones totalizadoras de la realidad social, científica o histórica, considerando que carecen de legitimación  y prefieren las narrativas locales. No hay totalidad social sino multitud de prácticas locales y concretas; "No una historia sino historias en el mejor de los casos". En ese neo pragmatismo, no hay una verdad global, sino un proceso continuo de mejores y más fructíferos métodos de edificación. Incluso nuestras categorías más asumidas para el análisis social -de género, sexo, raza y clase- son consideradas por los anti-esencialistas, como Marjorie Garber como construcciones sociales.

Los anti fundacionalistas utilizan ataques lógicos o históricos o genealógicos sobre los conceptos fundacionales (ver especialmente Nietzsche y Foucault), a menudo junto con métodos alternativos para justificar y realizar investigación intelectual, como la subordinación pragmática del conocimiento a la acción práctica. Foucault rechazó la búsqueda de un retorno a los orígenes como esencialismo platónico, prefiriendo subrayar la naturaleza contingente de las prácticas humanas.

Los anti fundacionionalistas se oponen a los métodos metafísicos. A menudo se les critica por su relativismo moral, pero ellos a menudo disputan esta acusación, ofreciendo métodos alternativos de pensamiento moral que afirman que no requieren de fundamentos. Así, mientras que Charles Taylor acusó a Foucault de no considerar "ningún orden de vida humana, ni de la forma que somos, ni de la naturaleza humana, a la que se pueda apelar para juzgar o evaluar entre modos de vida", Foucault insiste en la necesidad de una investigación ética continua sin ningún sistema universal al que apelar.

Por otro lado, otro anti esencialista Niklas Luhmann utilizó la cibernética para desafiar el papel de las unidades fundamentales y las certezas canónicas.

Lo analítico y lo sintético, lo a priori y a posteriori

Las consecuencias que se derivan del concepto de causa, tal como lo concibe Hume, respecto a un conocimiento que pretenda ser científico no puede ser más destructivo. Conduce a un escepticismo puesto que nunca podremos conocer el fundamento de nuestras impresiones y el conocimiento de la experiencia nunca nos permitirá salir de un subjetivismo incompatible con la ciencia.

Por otro lado la ciencia del siglo XVII está mostrando unos éxitos indudables en el conocimiento de las leyes de la naturaleza, así como en el dominio de la misma en sus aplicaciones técnicas.

Esta crítica de la noción de causa según el postulado empirista, provocó en Kant racionalista hasta entonces, su despertar del «sueño dogmático». Toda su obra crítica intenta superar este supuesto que hacía de todo punto inviable el conocimiento científico.

El empirismo tanto de Locke como de Hume, deriva a lo que se ha llamado asociacionismo que viene a reducir el conocimiento a un psicologismo como fue entendido posteriormente.

Después del empirismo, Kant trato de darle unidad al empirismo y al racionalismo infructuosamente.
Posteriormente la filosofía volverá a la ciudad; de la glosa y el comentario, a la investigación; de la tutela de la fe, a la independencia de la razón.



Tras la filosofía crítica de Kant el Idealismo alemán se convertirá en la corriente predominante en la Europa continental, a través de Hegel. El existencialismo de Kierkegaard, tanto como el marxismo y el vitalismo de Nietzsche serán, en buena medida, una reacción al Idealismo hegeliano que, en cierto modo, consagra la identificación del yo trascendental kantiano con el Dios del cristianismo.

En Gran Bretaña, el desarrollo del positivismo utilitarista con Bentham y J.S. Mill se inspira en los principios del empirismo, distinguiéndose del positivismo "idealista" del francés A. Comte; en ambos casos, no obstante, se da una preocupación por los temas sociales y por el bienestar de la humanidad que, aunque en una dirección distinta, compartirán con el marxismo.

Por lo demás, el desarrollo de las ciencias y sus continuos éxitos hacen tambalear los cimientos de la filosofía, que se ve sometida a fuertes críticas por parte de los defensores del pensamiento científico, que encuentran en la ciencia el paradigma del conocimiento verdadero.

Hacia finales del siglo XIX, al desarrollo del historicismo en Alemania, con Dilthey, y del pragmatismo en los Estados Unidos, con Pierce y W. James, se agrega el desarrollo de la fenomenología con Husserl.



En el siglo XX destacarán además los representantes de la Filosofía Analítica, como Russell y Wittgenstein, del Estructuralismo, como Lévi-Strauss, del Existencialismo, como Sartre, o los de la Escuela de Frankfurt, como Adorno, Horkheimer y Habermas. Hacia finales de siglo, destaca la actividad de los filósofos posmodernos y posestructuralistas, que renuevan la crítica a las tradiciones filosóficas desde posiciones muy alejadas de las llamadas metafísicas de la presencia.
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[1] Hume, David. Tratado de la naturaleza humana. Libro I. Del entendimiento. Primera parte: De las ideas; su origen, composición, conexión, abstracción etc.. Sección primera: Del origen de nuestras ideas. 
[2]  __    Enquiries Concerning the Human Understanding and Concerning the Principles of Morals, [1748] 
[3]  Essay Concerning Human Understanding, the New Essays on Human Understanding.
[4]  Psicologismo

El término psicologismo es utilizado con un marcado carácter reductivo del pensar filosófico a una sola de sus disciplinas: la Psicología.

André Lalande, en su Vocabulaire technique et critique de la Philosophie, señala que se denomina psicologismo a la «tendencia a hacer predominar el punto de vista psicológico sobre el punto de vista específico de cualquier otro estudio (particularmente de la teoría del conocimiento o de la lógica)».

El término surge en el s. XIX; uno de los primeros en utilizarlo es Vincenzo Gioberti, que lo opone a ontologismo. Para Gioberti, el psicologismo es el sistema que parte del sentido íntimo para, en seguida, realizar y construir todo lo que el hombre puede saber, con lo que lo inteligible se reduce a lo sensible y la Ontología a la Psicología, mientras que el ontologismo sigue el sentido inverso (cfr. Introduzione allo studio della filosofía, II, Milán 1941, 62-63).

La noción de psicologismo posee un marcado carácter polémico; Lalande, al realizar la crítica del término, señala que, al igual que otros muchos nombres análogos, el psicologismo «no se emplea más que para desaprobar o eliminar una actitud a la cual nos oponemos»; aunque no siempre sucede así, como indica Husserl, siguiendo el planteamiento de Stumpf, en su obra Investigaciones lógicas (trad. J. Gaos, 2 ed. Madrid 1967, vol. 1, p. 82, nota 3). De todas maneras, como bien señala José Gaos, el psicologismo no es más que una variante o forma del positivismo; y son variedades del psicologismo las que realizan una reducción a la Psicología de las ciencias normativas de la Lógica, de la Teoría del conocimiento o de la Ética (cfr. J. Gaos, o. c. en bibl.).

Como psicologista hay que considerar al empirista inglés David Hume, que pretende reducir casi todo a Psicología, más aún, a mera Psicología empírica, de forma que la única realidad admisible para él es la sensible, reduciendo también todo conocimiento al mero conocimiento sensible; en esa línea se había movido ya Locke. Así se pretende reducir a «Psicología sensitiva» no sólo la Lógica y la Teoría del conocimiento, sino la misma Metafísica y la Ética. Después hay que destacar como psicologista a John Stuart Mill, para quien, según recoge Husserl,

 «la Lógica no es una ciencia distinta de la Psicología y coordinada con ésta. En cuanto ciencia es una parte o rama de la Psicología, que se distingue de ésta como la parte del todo y como el arte de la ciencia. La Lógica debe sus fundamentos teoréticos íntegramente a la Psicología, y encierra en sí tanto de esta ciencia como es necesario para fundar las reglas del arte»
 (J. Stuart Mill, An examination of William Hamilton's philosophy, § 5, 461, citado por Husserl, Investigaciones lógicas, 1,82).

También cabe destacar a Theodor Lipps, que hace derivar del fundamento psicológico todas las demás disciplinas. Para Lipps, así lo comenta Husserl, «la Psicología, y más concretamente la psicología del conocimiento, será por ende la que suministre el fundamento teorético para la construcción de un arte lógico» (Investigaciones lógicas, 1,83).

El psicologismo ha sido duramente criticado desde sus comienzos. Ya Kant, en la Lógica, había señalado el absurdo de identificar la Lógica con la Psicología, o de considerar o suponer principios psicológicos en la Lógica. El texto de Kant (Logique, París 1966, 12) es utilizado por el mismo Husserl como argumento habitual de los antipsicologistas, sujeto a contraprueba por los partidarios del psicologismo. Hermann Lotze, con su distinción entre el contenido empírico del pensamiento y la validez del mismo, intenta sobrepasar también las tesis del psicologismo, pero manteniendo grandes contactos con las tesis kantianas. Sin duda alguna, la crítica más importante al planteamiento del psicologismo viene dada por la fenomenología de Edmund Husserl. Principalmente la crítica se desarrolla en las Investigaciones lógicas, aunque también aparece en otras obras.




Rorty Anti esencialista
Es precisamente el antiesencialismo y el anti- fundamentalismo —esto es la renuncia a toda pretensión de poseer un método o una posición privilegiada para acceder a la «verdad»— lo que está en la base de la renuncia de Rorty.
Rorty, concedía a sus ideas el carácter de modestas descripciones, provisorias y contingentes, aun cuando se esforzaba por seducir a sus interlocutores, jamás rozó el dogmatismo ni hizo adoctrinamiento ni proselitismo de lo que ya se dejaba entrever como una Filosofía de nuevo cuño, un nuevo estilo de encarar las cosas, lo que luego vendría a ser el neo-pragmatismo, donde hablar del mundo —más allá de toda ingenuidad realista— vino a ser simplemente valerse de las metáforas favoritas de uno para realizar un arreglo del mundo, para construir una narrativa exitosa, una que funcione, estamos, no hay que olvidarlo, ante el heredero de la tradición pragmatista norteamericana. 

Rorty desde este enfoque ha dialogado con las grandes corrientes filosóficas contemporáneas, desde la filosofía analítica a la teoría crítica, y con sus grandes autores, desde Martin Heidegger hasta John Rawls.

RORTY, Richard, Contingencia, ironía y solidaridad, Paidós, Barcelona, 1991.
RORTY, Richard, Contingencia, ironía y solidaridad, Paidós, Barcelona, 1991, cap. 1 “La contingencia del lenguaje”.
RORTY, Richard, Objetividad, relativismo y verdad, Ed. Paidós, Barcelona, 1996.

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